y un racimo de mangos dulces, anaranjados.
después apareció el muchacho esbelto
parecido a un novio que tuve a los diecisiete años.
esa noche hicimos el amor,
mientras me hablaba de los calamares lentos
rosados
que nadan juntos
en la profundidad dorada del mar caribe.
allí nos hicimos el amor.
era biólogo marino y temía,
me parece, perder dignidad, estatus.
se escabulló del dormitorio temprano
y estaba frío después del desayuno. no quiso
fumar mariguana con nuestro amigo negro
que venía de tanzania. lo perdí alegremente,
sin nostalgias. cuando cruzamos las salinas
yendo a santa marta desde río hacha,
y vi las espaldas, las cabezas envueltas
de los peones guajiros paleando sal a media mañana,
se me hizo un nudo en el pecho,
y en él guardé, como quien lo hace en un pañuelo,
la camiseta colorada del gigante negro,
los calamares flotando en la oscuridad dorada.
diana bellesi