sábado, 1 de junio de 2013

la rompiente



de repente me desato, deambulo por conesa
a ver si descoagulo el engrudo
de la línea fina que repara y me separa
del instante frágil que se dispara
hacia el ángulo rudo donde declina.

el asfalto menciona una tibia tarde
que resbala entre brisas
que remolona arremolina claroscuros remotos.

y ahí ando
                  yo por conesa
llevado  como un pájaro migratorio
al que alguien o algo le busca un rumbo
hacia la rompiente.

ahora el ripio suena reacio
pues el asfalto se ha consumido
cada paso un rugido
                                  un facazo
un corte en la tarde que parte
sin foto que la retenga
en su gesto último de anegarse
en lo que mi sombra alargada vaticina
ya como noche cerrada.

el humo que enredado en la brisa
comulga con uno
trae ficciones de humanidades solventes
tras paredes infranqueables
o de pastizales ardiendo en la penumbra
donde de a poco
ahora
se diluye conesa.

era de esperar, vago vigía llevado por huracanes
de redacciones sin más avales
que sonidos terciados bajo
la consigna del significante.
era de esperar, jota, que no encontraras nunca
la rompiente, la remota.

amenizar



de dedos generosos el que ceba ya reparte
pero si sobran artes no cuenta el atisbo de asombrarse
pues debajo del sauce
en una esquina
polvorienta de la poma
en el vientre del agua que se desliza
detrás de la puerta que encubre el murmullo
y cuando los párpados por última vez se entornan
antes que el sismo del 30
haga su parte
el amanecer vibra